Llegamos al embalse de Valdemurio con muchas ganas y poca paciencia, y es que el viaje, aunque largo, estuvo lleno de emoción y alguna que otra parada para aliviar el hambre y la curiosidad. A pesar de algún que otro mareo, llegamos sanos y salvos y listos para la aventura.

¡Un prado, una montaña y un embalse!

Al llegar, nuestros simpáticos monitores, Arturo y Toño, nos recibieron con una sonrisa de oreja a oreja y nos explicaron los planes para los próximos días. Adrián, Paula, Alba, Silvia y Pepín nos entregaron unos cuadernos de campo que nos sumergieron de lleno en el ecosistema local, enseñándonos sobre el medio ambiente y las especies de la zona.

Plantas con historia y una ruta con sorpresas

Tras una comida con vistas espectaculares, nos lanzamos a una ruta por el entorno. Descubrimos plantas medicinales y sus usos históricos en boticas antiguas. El tiempo nos dio una tregua, pero no por mucho. Un trueno sonoro nos avisó de que la lluvia estaba en camino, y aunque al principio tímida, terminó por acompañarnos en el último tramo de nuestra caminata.

Conociendo al oso de Valdemurio

Animados, visitamos la casa del oso. Allí, nos explicaron la importancia de estos animales en su entorno y cómo se comportan en un ambiente familiar. Aprendimos comparaciones fascinantes entre los osos de Valdemurio y otros de su especie.

Reparto de habitaciones: nervios y risas

De vuelta al albergue, llegó el esperado momento del reparto de habitaciones. Con muchos nervios y alguna que otra intriga, todos se acomodaron en sus nuevas moradas. Tras una cena reparadora, la velada de juegos puso el broche final a un día completo. Ahora, a descansar, que mañana nos espera otra jornada de descubrimientos.