Tras una noche en la que algunos parecían gallos madrugadores, comenzamos nuestro segundo día en Asturias con el ánimo bien alto, a pesar de los bostezos. El día amaneció lluvioso y nublado, pero eso no nos desanimó; somos valientes y estamos aquí para aprovechar cada minuto.

Pedaleando entre postales vivas

La mañana nos brindó una tregua de la lluvia, permitiéndonos disfrutar de una ruta en bici espectacular. Pedaleamos por paisajes de ensueño, cruzando puentes y túneles que nos regalaban vistas de montañas y ríos. La guinda del pastel fue conocer a Molina, una osa de 11 años, que nos observó con curiosidad mientras disfrutaba de su comida. Arturo, nuestro monitor, nos contó detalles fascinantes sobre los osos, mientras un petirrojo se unía a la escena, añadiendo un toque mágico al momento.

Descanso bajo techo y vuelta al pasado

Después de la emocionante ruta, dejamos las bicis y nos dirigimos a Proaza para comer en un polideportivo. Un rato de juego libre nos recargó las pilas antes de nuestra siguiente parada: el museo etnográfico de Quirós. Allí, viajamos al pasado y descubrimos el mundo de la mina, las tradiciones locales y cómo era la vida escolar hace muchos años. Los monitores nos guiaron por esta enriquecedora experiencia, haciéndonos valorar cuánto han cambiado las cosas desde entonces.

Juegos, risas y un merecido descanso

De vuelta en el albergue, después de las duchas y la recogida de habitaciones (¡las chicas han dado ejemplo!), aprovechamos el respiro de la lluvia para jugar un rato en la plaza antes de la cena. La jornada terminará con más juegos y, esperamos, una noche de descanso reparador para estar listos para las aventuras de mañana.