Después de una noche de fiesta, donde el ritmo y las risas nos acompañaron hasta dejar a algunos sin voz, nuestro último día en Asturias comenzó con una pizca de pereza. Nos costó levantarnos, pero finalmente lo logramos.

Tras un buen desayuno y recoger las habitaciones (donde encontramos alguna que otra prenda sin dueño), nos dirigimos a visitar la impresionante Cueva Huerta. Esta maravilla natural, esculpida por el agua y los minerales, es también hogar de una importante reserva de murciélagos.

Aunque la lluvia nos obligó a cambiar nuestros planes originales de recorrer el hayedo de Montegrande, no nos desanimamos. En su lugar, pasamos la mañana en el polideportivo cercano al albergue, aprovechando para completar nuestros cuadernos de campo.

El broche de oro de nuestra aventura fue la despedida en el albergue, donde comimos y nos preparamos para el viaje de regreso. No podemos dejar de agradecer a la Fundación Oso de Asturias y a todo el equipo por brindarnos esta experiencia tan enriquecedora. Nos vamos agotados, pero con el corazón y la mente llenos de recuerdos inolvidables.